

"Hecho en Estados Unidos": Marca de ropa interior bajo amenaza por aranceles de Trump
Tras años de explotación en fábricas clandestinas en California, Francisco Tzul consiguió un trabajo digno en una marca que apuesta por producir en Estados Unidos. Pero el obrero teme que la política arancelaria de Donald Trump destruya empleos como el suyo.
El presidente republicano defiende una carga impositiva contra una larga lista de países, incluyendo tasas adicionales de hasta 145% a China, con el argumento de incentivar la creación de trabajos en Estados Unidos.
Pero Tzul cree que el remedio puede ser peor que la enfermedad.
"Puede golpear a la industria porque en el sector de la ropa dependemos de las importaciones", dice a AFP Tzul, costurero en el taller de confección de Cantiq.
La marca de ropa interior fue fundada hace una década por Chelsea Hughes en Los Ángeles con el objetivo de ofrecer una línea inclusiva hecha en Estados Unidos.
Pero dado que su materia prima es importada, especialmente de Asia, aranceles adicionales amenazan esta producción local.
"Obtengo lo peor. Es un perder-perder para mí porque he fabricado mis productos en Estados Unidos durante diez años, pero ni una sola vez he recibido algo del gobierno, algo como 'bien por ti que mantienes la producción aquí'", se queja Hughes.
- "Imposible" -
Una de las prendas más vendidas de Cantiq es una tanga unisex que comercializa por 35 dólares.
Con tres tipos de tejidos para su elaboración, Hughes cree que los nuevos aranceles podrían obligarle a aumentar el precio hasta 20%, algo que la haría inalcanzable a sus clientes.
"Nosotros simplemente no tenemos esto aquí en Estados Unidos", comenta tocando las telas.
"Cuando se trata de la producción de telas elásticas como el encaje, como la malla, nadie lo hace aquí tan rentable como lo en el extranjero", explica a la AFP en su colorida boutique.
Hughes podría conseguir algunas alternativas en el mercado interno, pero hasta doce veces más caro que en otros países, lo cual la aleja de su clientela.
La emprendedora aclara que para ella no se trata sólo de números, sino de mantener su esencia, de tener una producción por y para su comunidad.
"Quería (...) crear empleos de forma ética, y ahora me lo están haciendo imposible", protesta.
"Necesito programas que me apoyen financieramente, o tendré que recortar mi nómina, que es lo contrario de lo que (en el gobierno) dicen que quieren", afirma.
En el taller, Tzul, quien emigró de Guatemala a Estados Unidos hace más de dos décadas, dice esperar que se calmen las aguas.
"No queremos algo que podría cambiar drásticamente la economía", comenta el también miembro del no gubernamental Centro de Trabajadores de la Costura.
"Es una de las razones por la que millones de nosotros dejamos nuestros países, porque las decisiones que los gobiernos tomaron, en vez de ayudar a la gente, destruyeron la economía", agregó el hombre de 60 años. "No queremos que eso le pase a Estados Unidos".
W.Cheng--ThChM