

La "ciudad de las rosas", el secreto de la fragancia del desierto saudita
Desde hace cinco décadas, Khalafallah al Talhi poda los arbustos y recoge las flores para extraer el codiciado perfume de la "ciudad de las rosas", anidada en las montañas del oeste de Arabia Saudita.
"Quiero a las rosas más que a mis propios hijos", afirma a AFP este hombre de 80 años desde su plantación de flores, una de las 800 que hay en Taif, apodada "la ciudad de las rosas".
A unos 1.700 metros de altitud, Taif produce cada año unos 300 millones de estas emblemáticas flores de pétalos rosados. Solo Talhi afirma cultivar entre cinco y seis millones por temporada.
Cuando llega la primavera, un brillante manto rosa cubre los campos. Decenas de trabajadores recogen entonces las flores a mano, de sol a sol.
Una vez recolectadas, los pétalos se ponen en remojo y se hierven durante horas en grandes cubas. A continuación, se extrae la fragancia mediante un complejo proceso de destilación al vapor, que produce un aceite esencial muy valioso.
- El perfume de La Meca -
El agua de rosas producida en Taif se utiliza entre otras cosas para lavar las paredes de la Kaaba, la estructura cúbica situada en el centro de la Gran Mezquita de La Meca hacia la que se orientan los musulmanes para rezar.
Además, los perfumes elaborados con rosas locales atraen a muchos peregrinos.
"La cantidad de rosas producidas en Taif es limitada. Hay pocas exportaciones, ya que la demanda local es muy fuerte. En Arabia Saudita, mucha gente prefiere exclusivamente esta fragancia", señala Talhi.
Una pequeña parte de los aceites se exporta al extranjero, donde se utilizan para fabricar perfumes o se incorporan a productos cosméticos, como cremas o jabones.
Según la base de datos económicos TrendEconomy, Arabia Saudita exportó en 2023 productos de perfumería, incluida el agua de rosa, por valor de 141 millones de dólares.
Durante la cosecha, los trabajadores de la plantación de Talhi recogen cada día varias decenas de miles de flores.
"Nacimos en el campo, siempre hemos trabajado la tierra", dice el agricultor, vestido con una larga túnica blanca y una kufiya roja y blanca.
Pero las rosas de Taif, que suelen florecer de abril a junio en un paisaje verde y de temperaturas suaves, sufren los vaivenes de un clima cada vez más caprichoso.
Según los climatólogos, el calentamiento global está aumentando la frecuencia y gravedad de fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, lluvias torrenciales y sequías.
- "Mi alma" -
Arabia Saudita, con su clima árido y sus extensos desiertos, es especialmente vulnerable.
"El cambio climático acelera la degradación del suelo (...), lo que reduce la calidad y la productividad de las tierras cultivables en Arabia Saudita", señala un informe publicado por el Atlantic Council.
Este grupo de reflexión calcula que el rendimiento del trigo disminuirá entre un 20% y un 30% de aquí a 2050 debido al estrés térmico y a la falta de agua para el riego, al igual que otros cultivos básicos.
Y la zona de Taif no es una excepción.
"El año pasado y el anterior hizo un frío extremo. Algunos agricultores no cosecharon ni una flor", explica Talhi. Afortunadamente, este año "el clima se mantuvo suave".
Aunque el tiempo es cada vez menos predecible, Talhi se mantiene feliz. A pesar de su avanzada edad, todos los días se levanta antes del amanecer para trabajar en el campo, a menudo hasta bien entrada la noche.
"Esta explotación es mi alma y mi corazón palpitante", asegura.
"Si Dios quiere, nada me separará de ella, salvo la muerte".
I.Taylor--ThChM--ThChM